Newsletter Perinatal by Revista Perinatal Argentina - Junio 2024
El cuidado de la fertilidad desde la antigüedad hasta nuestros días
La Venus de Willendorf es una estatuilla de la era paleolítica que data entre los años 27 500 y 25 000 a. C. supuestamente con significado relativo a la fertilidad, madre tierra, abundancia.
Este año en la revista nos hemos volcado al estudio de los Técnicas de Reproducción Humana Asistida, y las dos publicaciones del año tratan sobre ellas. Próximamente saldrá la edición parte 2 en septiembre.
El mes de junio nos convoca doblemente, primero para seguir pensando sobre las TRHA y también porque es el Mes internacional del cuidado de la fertilidad. ¿Qué relación podemos hacer entre ambas?
El 4 de junio es el día internacional del cuidado de la fertilidad.
Desde tiempos inmemorables cada cultura hace honor a sus dioses reclamando protección para el cuidado de su fertilidad, algunas de ellas, son las siguientes:
Tueris "La Grande", también conocida como Tauret, era la diosa de la fertilidad y la protectora de las embarazadas en la mitología egipcia. También fue diosa celeste, la "Señora del horizonte"
En el contexto griego clásico, Demeter era venerada como diosa de la agricultura y protectora de la fertilidad.
Juno era la diosa romana del matrimonio, la fertilidad y la familia.
Ixchel es considerada también la diosa del parto y la fertilidad en la cultura maya.
Parvati es la diosa hindú de la fertilidad, el amor y la devoción, así como de la fuerza y el poder divinos.
La Nimba diosa de la fertilidad africana, representa la madre de la fertilidad, quien es la protectora de las mujeres embarazadas y la que preside las ceremonias agrícolas.
Freya era la diosa del amor y de la fertilidad en la cultura vikinga
Para la fe católica, María Encinta sería la virgen a quien se reza buscando protección.
Podríamos seguir infinitamente nombrando simbología femenina para el cuidado de la fertilidad.
Según fue avanzando la ciencia, el discurso médico fue mostrando que solo eso no alcanzaba y sí tenía que ver con factores biológicos humanos, su contexto y el cuidado que del cuerpo hacen las personas.
Esta protección venerada de antaño para recibir los beneficios y amparo de las diosas, no dejaba de ser un pedido al exterior, y que cayera, como rayo divino, operando un milagro, que protegiera ese don de dar vida. Hoy nos queda claro que el culto a la fertilidad debe venir desde nuestro interior, valorando el cuidado integral de nuestra persona en general. La fe y la esperanza son inherentes al ser humano y por supuesto dejamos que nos abrace en tiempos difíciles. De todas maneras, ese todo, a veces no alcanza y la infertilidad toma lugar.
El reloj biológico, corre para todos
En la Edad Media estudiosos de la fertilidad advirtieron que tanto hombres como mujeres podían ser infértiles. Cuando una mujer no se quedaba embarazada culpabilizarla era lo esperable. Pero no obstante se insistía en el cuidado de la fertilidad como lo hacen hoy día en ambos miembros de la pareja.
Es un mito pensar que los hombres puede generar descendencia a cualquier edad sin que medie un cuidado de su fertilidad. Es necesario que sus espermatozoides sean de buena calidad para fertilizar un óvulo , entre otros cuidados.
Actualmente postergar la maternidad y la paternidad es una decisión posible mediante las técnicas de reproducción humana asistida y también gestar hijos/as sin que la sexualidad sea el puente para ello. Pero para muchas personas el deseo más grande del mundo es poder gestar a sus bebés, percibirse embarazada, sentir la vida pateando desde dentro.
Como decíamos antiguamente el don de procrear era custodiado/dado por las diosas de la fertilidad…Se desconocían las bases biológicas y psicológicas, que hoy sabemos tienen una gran incidencia en la posibilidad de gestar y fecundar. Las respuestas a lo desconocido como se dijo antes eran buscadas en la religión. Y patriarcados por medio generalmente quienes cargaban con la infertilidad eran las mujeres.
A partir de los adelantos en la comprensión científica del funcionamiento del cuerpo-mente de la mujer y el hombre, nos percatamos de la incidencia que tiene la biografía personal junto a la carga genética en la fertilidad o infertilidad. Abandonamos lo mágico-religioso.
La falta de conocimiento o de conciencia con respecto al cuidado de la fertilidad puede desembocar luego en noticias inesperadas. Un factor importante que se suma es la tendencia de ésta época a postergar la ma-paternidad, con el agravante del impacto del tiempo en los cuerpos.
El conocimiento en este sentido nos posibilita, entender, decidir, planificar. En estas decisiones y planes para muchas personas están implícitas las TRHA. Ya no hay solo dos personas, en el caso de una pareja; o la imposibilidad en el caso de una persona que desee tener un hijo o una hija sin estar en pareja, sino un equipo de profesionales que ofrecen distintos caminos para poder formar una familia.
Ahora bien…los adelantos científicos tienen su propio ritmo. Las novedades en tratamientos de reproducción rápidamente son superadas por otras. El desafío como profesionales de la salud mental en el acompañamiento al cuidado de la fertilidad y la procreación, es no perder de vista a quién demanda.. que demanda.
Acompañar en el camino de los tratamientos también nos plantea a nosotras mismas, ampliar nuestro saber, realizar revisión de nuestras prácticas, enfrentarnos a preguntas, dilemas, y hoy tal como lo dice Oiberman otra vez el desafío será, no pretender que no existen o que se usen lo menos posible sino…devolver el espacio simbólico al hechos de procrear y hacer familia para que toda persona y toda familia se sienta escuchada, respetada, acompañada y sostenida ante el inicio de una nueva vida.
“Y la forma de lograr un cambio no es yendo en contra de la corriente ni intentando que las mujeres vuelvan a parir a las cavernas, sino devolviendo el espacio simbólico al acto del nacimiento y a toda su periferia, incluyendo el saber médico, las técnicas de las parteras e introduciendo la palabra ya no mágica de antaño, sino la que es capaz de elaborar la psicología actual para dar respuesta a una necesidad ancestral: la de toda mujer y toda familia de sentirse escuchada, respetada, acompañada y sostenida ante la llegada de un bebé en el inicio de la vida.” Oiberman (2008) Observando los bebés. Ed. Lugar
Esp. Lic. Carla Escobar, Esp. Lic Patricia Díaz
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